Una Cruz "especial"

Con la celebración del Domingo de Ramos comenzamos la Semana Santa. Un día especial para los cristianos, porque con la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén se inicia nuestra Semana más grande y más importante. En ella estamos llamados a revivir y conmemorar los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, es decir, los misterios centrales de nuestra fe.

Pero mi mirada hoy no se dirige al sentido y la importancia de estos días, sino a una "cruz muy especial". Me refiero a la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que regaló el papa Juan Pablo II a los jóvenes del mundo, y que ayer entregaron oficialmente los jóvenes brasileños (donde se vivió la última JMJ) a los jóvenes polacos, pues el próximo encuentro mundial se celebrará en la hermosa ciudad de Cracovia.

¿Por qué mi mirada sobre esta cruz? Porque fue importante en mi vida hace unos años y, junto a ella durante una semana, pude comprobar la fuerza de la CRUZ DE CRISTO de una forma muy especial. Para los que no lo sepan, yo fui responsable de la JMJ en Jaén cuando se celebró la JMJ Madrid 2011. Entonces me tocó acompañar a aquella Cruz y el Icono de la Virgen por la diócesis de Jaén.

Durante ocho días y las 24 horas estuve al lado de esa Cruz. Desde Pozo Alcón hasta Alcalá la Real fueron muchos los kilómetros recorridos junto a ella, pasando por numerosos pueblos de nuestra geografía diocesana y con actividades de muy diverso tipo. Evidentemente fui testigo de imágenes imborrables que, quizás, en otro momento os cuente. Pero hoy sólo me gustaría compartir con vosotros tres detalles en los que se manifestó a través de esta "cruz especial" de la JMJ la fuerza de la Cruz de Cristo a varios niveles. 

A nivel personal fueron muchísimas las personas que querían tocarla, abrazarla y besarla. ¡Era impresionante ver cómo multitudes de niños, jóvenes, adultos y ancianos, creyentes y no creyentes, se acercaron a aquella "Cruz"! Y ¿por qué?, ¿por qué despertó tanto interés?, ¿por qué esa necesidad de tener algún tipo de contacto físico con ella? Las respuestas pueden ser múltiples y muy variadas. Pero hay una con la que todos estaremos de acuerdo: no existe un símbolo más universal que la cruz de Cristo en nuestra cultura occidental, y con el que podamos identificar dos momentos decisivos de la vida como son el sufrimiento y la muerte. Por eso el saber que aquella Cruz había estado en contacto con millones de personas que, como cada uno de nosotros, sufren y se enfrentan a la muerte, irradiaba una particular "fuerza". En aquella cruz, símbolo de la auténtica y verdadera Cruz de Cristo, los hombres nos sentimos unidos en la debilidad del dolor y la fragilidad. En este caso, la unión no hacía fuerza, pero sí nos hacía sentir la fuerza que emana de la Cruz de Cristo.  

A nivel social también se dejó sentir la "fuerza de la Cruz". En todos los sitios sin excepción, un río de personas salieron a la calle y acompañaron a la Cruz públicamente, sin ningún tipo de complejo ni temor. Se hacía evidente que es imposible, por mucho que se empeñen algunos gobernantes, recluir la fe al ámbito privado. La fe tiene una dimensión pública ineludible. Y en torno a aquella Cruz esto se hizo evidente. La Cruz de Cristo es el símbolo de nuestra fe, nuestra vida, nuestra cultura; de nuestra manera de vivir y de sentir. En Occidente, la vida se entiende desde el cristianismo, aunque ahora estemos inmersos en una sociedad que algunos han calificado de post-cristiana y se trate de acabar vehementemente con lo cristiano. 
La Cruz se impuso, y se impone. Nada ni nadie puede apagar la llama que encendió aquella Cruz del Calvario, porque nada ni nadie puede acabar con la prueba de Amor más sublime de la historia y el manantial de esperanza que emanó la muerte de aquel Hombre Crucificado. El símbolo de la Cruz se puede alterar, desnaturalizar, despreciar y minusvalorar, pero nunca se podrá impedir que siga siendo el símbolo con el que se identifica todo aquel que cree en el Evangelio. 

Por último, a nivel eclesial la Cruz de la JMJ manifestó que la comunión es la mejor manera de poder llevar a cabo la Nueva Evangelización. Por unos días, y me atrevería a decir que de una forma paradigmática, desde el obispo hasta los monaguillos, desde la parroquia más grande de la diócesis hasta la más pequeña, desde las cofradías históricas con miles de hermanos hasta los últimos pequeños grupos parroquiales formados... todos nos unimos para vivir "algo grande" en torno a la Cruz, una experiencia única. Por una semana nuestra mirada estuvo centrada sólo en la Cruz de Cristo, y solo en ella. El centro era la Cruz.

En estos días, cuando con infinidad de pasos procesionales de Semana Santa la Cruz vuelve a llenar nuestras calles, no puedo olvidar lo que viví en torno a aquella "cruz especial" de la JMJ. Ella y cada una de las que procesionarán durante estos días solo son símbolos evocadores de la verdadera y única cruz salvadora: la Cruz del Calvario, donde murió nuestro Señor Jesucristo. Ella es el "Árbol único en nobleza", "escándalo para los judíos y necedad para los gentiles". En Ella está la respuesta a nuestra vida, nuestra sociedad y nuestra Iglesia. 

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