Recuerdo de mis años en Santa Ana


Recordando hoy mis años como párroco de Santa Ana (una aldea próxima a Alcalá la Real), aquí os dejo un breve recorrido histórico sobre la devoción a los padres de la Virgen María y abuelos de Jesús. 

Ana es un nombre que aparece sólo tres veces en la Sagrada Escritura: la madre del profeta Samuel, esposa de Elcana (1Sam 1, 20); la mujer de Ragüel, pariente de Tobías (Tob 7, 2), y la profetisa Ana, que recibió a Jesús Niño en su presentación en el Templo (Lc 2, 36-38). Así que en ningún sitio de la Biblia aparecen los padres de la Virgen María. Para saber algo sobre Santa Ana y San Joaquín tenemos que buscar en los libros Apócrifos, es decir, esos libros que no entraron a formar parte del canon de la Sagrada Escritura y que, por consiguiente, no están considerados Palabra de Dios, pero en los que, sin duda alguna, sí aparecen datos importantes relacionados con la vida de Cristo que, después, han formado parte de la tradición cristiana y de nuestra vida de fe.

Buscando, pues, el testimonio escrito más antiguo en el que se menciona a San Joaquín y Santa Ana como padres de la Virgen María y Abuelos de Nuestro Señor Jesucristo, lo encontramos a mediados del siglo II en los libros Apócrifos de la Natividad, y más concretamente en el Protoevangelio de Santiago. En los primeros números de este escrito se halla la primera y más antigua referencia a San Joaquín y Santa Ana. Después también encontramos más información sobre ellos en otros libros Apócrifos de la Natividad: en el Evangelio de Pseudo Mateo, en el Libro de San Juan Evangelista y, especialmente, en el Libro de la Natividad de María, que es, por cierto, donde se inspira la iconografía sobre los Abuelos de Cristo y donde están inspiradas las cartelas de las peanas donde actualmente está colocada la imagen de "la Agüela", como cariñosamente se la llama en la aldea de Santa Ana. 

Pronto la devoción a Santa Ana apareció, en primer lugar, vinculada al nacimiento de la Virgen María. Prueba de ello es la Iglesia de Santa Ana que fue construida en Jerusalén en el siglo V sobre la gruta en la que, según la tradición, nació la Virgen María, y donde desde el siglo VI los 8 de septiembre se celebra el Nacimiento de la Virgen. Obviamente de aquella primera Iglesia sólo se conserva la cripta, pues el actual templo fue construido en la época de las cruzadas por el rey Balduino en 1104. Un templo que se conservó en la época musulmana porque el sultán Saladino, lo convirtió en 1192 en escuela teológica islámica. La otra Iglesia más antigua dedicada a San Joaquín y Santa Ana la encontramos en Constantinopla. Se trata de un templo construido por el emperador Justiniano I con esa advocación, y a donde hay constancia que llegaron en el año 710 unas reliquias de los Santos Abuelos desde Tierra Santa. Aún más, en Constantinopla ya existía una liturgia especial dedicada a San Joaquín y Santa Ana desde el siglo VI en la ciudad que después sería Capital del Imperio Otomano.

Esto es por lo que respecta a Oriente. Por lo que concierne a Occidente, hemos de decir que, aunque con una influencia claramente oriental, encontramos también testimonios escritos y pictóricos de la devoción a la Abuela, que nos invitan a pensar que también por occidente pronto apareció la devoción a los Padres de María, si bien habría que esperar unos siglos más tarde para que dicha devoción proliferase por toda Europa de forma copiosa.

Concretamente, en el siglo VII encontramos entre los libros de los Santos Padres, o sea, de los pensadores de los primeros siglos del cristianismo, un texto hermosísimo de San Andrés de Creta dedicado a Santa Ana que dice así:

“En tu vientre, oh Ana, concebiste un delicioso aroma, que es aquella que de un modo admirable llevó en su seno al Señor, bálsamo de vida, que había de perfumar nuestras almas con la fragancia de la gracia”. (La concepción de Santa Ana, la abuela divina: PG 97, 1313)

Éste es uno de esos hermosos textos dedicados por San Andrés, El Cretense, a la madre de la Virgen María. Y es, en definitiva, uno de los muchos testimonios que han ido configurando la devoción a Santa Ana.

No obstante, como he dicho antes, habrá que esperar unos siglos para que la devoción a Santa Ana se extienda por todo el continente europeo. Y será precisamente desde el Sur de Francia, en el siglo XIII, en la época de las Cruzadas, cuando esto ocurra. Los datos apuntan que en aquella época los cruzados se trajeron al Sur de Francia unas reliquias de Santa Ana y que desde allí, poco a poco, se comenzó a extender por Europa la devoción a los que eran, según la tradición, Padres de la Virgen María y Abuelos de Cristo. Son muchos los vestigios que así lo atestiguan.


La fiesta de los Santos Abuelos ya en aquella época se celebraba el día 26 de julio, y será el Papa Urbano VI quien publique en 1382 el primer decreto pontificio concediendo la celebración de la fiesta de la santa a los obispos de Inglaterra exclusivamente, tal como se lo habían pedido algunos ingleses. Finalmente, en 1584, la fiesta quedó fijada para toda la Iglesia, tanto en los países orientales como en los occidentales.

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