Miércoles Santo
Cristo de la Misericordia - Muerte de Jesús
La medianoche del miércoles
se hace tarde de Viernes Santo.
Santa María abre sus puertas
para mostrar al Crucificado,
al Hijo del carpintero
en misericordia transformado.
Nazarenos de negro cubiertos de blanco,
ruido de cadenas y cruces arrastrando,
antorchas iluminantes que anuncian a su paso
la Serpiente Blanca que vino a salvarnos.
ruido de cadenas y cruces arrastrando,
antorchas iluminantes que anuncian a su paso
la Serpiente Blanca que vino a salvarnos.
¡Oh, Señor de la misericordia,
Cordero inmaculado,
que derramaste tu sangre
para la remisión de nuestros pecados!
Cordero inmaculado,
que derramaste tu sangre
para la remisión de nuestros pecados!
Las lágrimas de la muerte
un día de ti brotaron,
pues tu buen amigo Lázaro
en Betania fue enterrado.
pues tu buen amigo Lázaro
en Betania fue enterrado.
Las lágrimas hacemos nuestras
al verte en la cruz clavado,
porque eres nuestro Maestro,
el que hoy nos ha dejado.
al verte en la cruz clavado,
porque eres nuestro Maestro,
el que hoy nos ha dejado.
No podemos evitar
contemplar tu cuerpo izado,
cual bandera victoriosa
en la guerra del pecado.
contemplar tu cuerpo izado,
cual bandera victoriosa
en la guerra del pecado.
Para ganar la batalla
un alto precio has pagado,
la carne mortificada
y los pies atravesados,
las manos crucificadas
y abierto el santo costado.
un alto precio has pagado,
la carne mortificada
y los pies atravesados,
las manos crucificadas
y abierto el santo costado.
Y ahora miro tu rostro,
rostro de tantos hermanos,
los que injustamente mueren
fruto de nuestro pecado.
rostro de tantos hermanos,
los que injustamente mueren
fruto de nuestro pecado.
En pateras o caminando
aunque el viaje es muy duro
arriesgan sus tristes vidas
buscando un mejor futuro.
arriesgan sus tristes vidas
buscando un mejor futuro.
Señor de la misericordia,
que abres eternamente tus brazos,
perdona siempre a tu pueblo,
de rodillas te rogamos.
que abres eternamente tus brazos,
perdona siempre a tu pueblo,
de rodillas te rogamos.
No desoigas a Alcaudete
que te mira consternado,
sabedor del sufrimiento
por tu cuerpo soportado.
que te mira consternado,
sabedor del sufrimiento
por tu cuerpo soportado.