Coronavirus VII: La romería de nuestras vidas

Este domingo mi pueblo no ha podido resistir el confinamiento y ha salido de sus casas. Sí, se ha saltado el encierro decretado por el estado de alarma para trasladarse "con su corazón" al camarín del Santuario de la Virgen de la Cabeza. Es más, en honor a la verdad, he de decir que nos lo hemos saltado todos los que somos devotos de Ella. Porque este último domingo del mes de abril, aunque físicamente estemos encerrados en nuestras casas, no hemos podido contener la emoción, los sentimientos y la devoción, y hemos peregrinado hasta el Cabezo, a los pies de esa Bendita Imagen que Dios quiso que acompañara a los hijos de esta tierra. Por eso, en la mayoría de los balcones de las calles de Jamilena lucen lonas con el rostro de la Aceituna Bendita y se oye el himno de la Morenita. Incluso este año han sucumbido a esta romería los más reticentes con ella y también han celebrado esta fiesta en honor a la que desde 1959 el papa Juan XIII nombrara patrona de nuestra diócesis en su bula Studium et cultus.



La gente de Jamilena y de otros muchos lugares de dentro y fuera de nuestra provincia, con su imaginación y corazón, han llenado hoy la explanada del cerro donde se colocan las tiendas; las casas de las distintas cofradías de la Virgen; la plaza abarrotada que preside el arco que anuncia ya cercana la meta; la calzada que, cual escala de Jacob, nos permite estar un poco más cerca del cielo; el rellano del santuario, donde el corazón empieza a palpitar por la emoción de verla; el estrecho pasillo de la galería de las Vírgenes que te atrapa y te impulsa a seguir hacia delante; los dos tramos de escaleras que reservan al tesoro del santuario; el recoveco que deja retroceder y, por último, el camarín, ese lugar privilegiado donde está la Rosa de Oro, ese Divino Rostro que tiene conquistado a miles de devotos.  

Me consta que la Virgen de la Cabeza siempre ha ocupado un lugar especial en el corazón de mis feligreses. Además de la imagen de Nuestro Padre Jesús, en casi todas las casas se encuentra la imagen de la Morenita. La devoción a la Santísima Virgen está muy arraigada y no deja de transmitirse de generación en generación. El grupo joven la Virgen de la Cabeza de Jamilena es una prueba de ello. Tal día como hoy, otros años cientos de jamilenuos han asistido a la romería, unos durante varios días y otros solo el domingo. Además, muchos acuden a celebrar su aparición al pastor de Colomera el 11 de agosto. En familia o individualmente muchos aprovechan algunos domingos del año para acercarse al santuario a verla o se acerca expresamente cualquier día de la semana para  hacerle una oración especial. Y procesionamos su imagen a primeros de mayo y el último día de la feria de septiembre. Jamilena es un pueblo verdaderamente mariano, y especialmente por su devoción al Chocolatín del Cielo.


Como tantas otras cosas, también la romería de este año nos toca vivirla de otra manera. En su preciosa homilía (pincha aquí), el obispo de la diócesis de Jaén, D. Amadeo Rodríguez Magro, nos ha hecho descubrir dos ideas fundamentales de la que ha denominado "romería en estado puro", y que no deberíamos olvidar nunca. Porque son ideas oportunas para ahora, en estos tiempos de confinamiento, y siempre. La primera es saber que la Virgen María permanentemente sale de su santuario para entrar en nuestra casas, en nuestra vida, y en las actuales circunstancias de una manera especial. Así lo ha expresado D. Amadeo:
En una peregrinación, antes de que nosotros nos decidamos a subir al Cabezo para estar contigo en tu Santuario, ya has ido tú a nuestro corazón, a nuestras casas, a nuestros pueblos y nos has invitado y atraído. El camino de la fe es de ida y vuelta, pero siempre la ida es tuya y la vuelta nuestra, el primer paso lo das siempre Tú. [...] Hoy eres tú la que, como Romera, abres las puertas de este Santuario y sales de él espiritualmente, como peregrina, para acercarte a nuestras vidas, a nuestras casas. Vas a confinarte entre nosotros y a llevarnos el consuelo de tu corazón; hoy te haces médico, enfermera, del servicio de limpieza o cocinera, policía, transportista y voluntaria… y también capellana para el último adiós.
La Virgen está ahí, con nosotros, viviendo esta pandemia; sufriendo con cada uno de sus amados hijos. En palabras del Sr. Obispo:  
Quieres que te comentemos, con la sencillez de los hijos, todo lo que nos pasa; quieres que te lloremos lo que nos hace sufrir; que manifestemos sin pudor nuestras preocupaciones y miedos. Y, pacientemente, Tú, querida Madre, llorarás con nosotros, sufrirás con nuestros sufrimientos y encontrarás en el cielo, que es tu corazón, el consuelo oportuno para los que ahora nos sentimos débiles y en peligro.
La segunda idea del diálogo-oración de D. Amadeo que no debemos olvidar es que Ella garantiza el consuelo de los enfermos y muertos por este maldito virus. Ellos no están solos, sino en sus manos, en las mejores manos: tus manos, las manos de una madre. Por eso, en medio del dolor, tantas familias que no pueden acompañar a sus seres queridos cuando están enfermos o han muerto, encuentran el consuelo de la fe en la Virgen María. Y este consuelo viene a acompañado de paz, esperanza y vida eterna.


Una de las grandes lecciones que estamos aprendiendo durante esta pandemia es a valorar lo que teníamos. Y hoy nos toca ser conscientes de que nuestra romería, la posibilidad de desplazarnos a ese hermoso santuario que domina Sierra Morena, ha sido un verdadero regalo. Dios quiera que pronto podamos devolverle a la Virgen su peregrinación hasta nosotros hoy y que el año que viene, y mientras vivamos, no se vuelva a repetir una tragedia humana como la que estamos sufriendo. 

Este año hemos descubierto la "romería en estado puro", la que se hace interiormente, desde la fe y con el corazón. Este año no hemos tenido necesidad ni de preparativos, ni hemos podido buscar excusas, ni nos han envuelto distracciones que nos impidieran estar con Ella. La romería de este año ha sido la de un corazón que se pone en camino al encuentro de otro corazón, el de nuestra Madre del Cielo. Porque para la romería de este año no hemos necesitado ir a montar nuestro chiringuito unos días antes, ni ir al supermercado para comprar abundantes provisiones, ni llevarle flores o encenderle velas. La romería de este año ha sido sin adornos. Lo único que le llevamos y ofrecemos a la Virgen es nuestro corazón, nuestra vida, nuestras preocupaciones. 

Este año hemos sustituido los desplazamientos por la sola presencia; el ruido por el silencio; la multitud por la familia; el griterío por el miedo de la incertidumbre y el llanto de la aflicción... ¡Ha habido tantas cosas diferentes! Y en esas diferencias está la clave, la esencia de lo que en realidad da sentido a cualquier romería. Paradójicamente, hoy ha sido la romería de nuestras vidas.

¡Viva la Morenita!
¡Viva la Reina de Sierra Morena!
¡Virgen de la Cabeza!






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